por Marga Díaz
Este post va sobre un tema superpotente, que no puede dejar a nadie indiferente y que después de leerlo os dará que pensar!
Todos sabemos ya de sobra lo que es la genética, ¿no?, podríamos decir para resumirlo brevemente que es la ciencia que estudia la herencia biológica, presente en el ADN de nuestras células, en nuestros genes. El proceso en el cual unos padres le transmiten ciertos genes a sus hijos. Cada uno de nosotros nace con un código genético único, es como un paquete de instrucciones guardadas en el interior de cada una de nuestras células y que indica a nuestro cuerpo como deben funcionar.
Nuestros genes determinan nuestra apariencia como la estatura, el color del cabello, de piel, de los ojos… además de otras características como la probabilidad de contraer ciertas enfermedades, las capacidades mentales y los talentos naturales. Por tanto, los genes inciden en el desarrollo de enfermedades ya que una variación en su secuencia puede provocar lo que se conoce como enfermedad genética, que es hereditaria.
Pero esto no se queda ahí y por ello quiero resaltar en este post que existen otros mecanismos no genéticos, que no se explican por nuestra secuencia de ADN y que alteran la expresión génica y definen nuestro fenotipo*. El desarrollo de un individuo a lo largo de su vida está influenciado por lo que heredó (los genes) y el ambiente, entendido ambiente en el sentido más amplio: su alimentación, su forma y estilo de vida, sus emociones, el estrés…
¡Y aquí es donde quería yo llegar!, ¿habéis oído hablar de la EPIGENÉTICA?
La EPIGENÉTICA es un término acuñado por Conrad Hal Waddington a mediados del siglo XX y es la ciencia que estudia el conjunto de procesos químicos que modifican la actividad del ADN pero sin modificar su secuencia, es más importante es la metilación. Se trata de un compendio de mecanismos celulares que permiten explicar por qué en realidad somos como somos, por ejemplo, el por qué gemelos univitelinos que son genéticamente idénticos y que supuestamente tienen la misma predisposición a patologías tales como cáncer o alzheimer, pueden desarrollarse de forma totalmente diferente y en uno de ellos haya una manifestación y en el otro no.
«Parece que morimos con un genoma idéntico con el nacemos. El epigenoma, en cambio, es modificable y varía a lo largo de la vida»
Es muy importante que seamos conscientes de que nuestra forma y estilo de vida, nuestra alimentación, nuestro comportamiento y gestión de las emociones, el estrés….es decir, todos aquellos factores externos ambientales pueden afectar a la expresión de determinados genes y acabar derivando en que esa tendencia heredada se manifieste.
“La diferencia entre genética y epigenética probablemente puede compararse con la diferencia que existe entre escribir y leer un libro. Una vez que el libro ha sido escrito, el texto (los genes o la información almacenada en el ADN) será el mismo en todas las copias que se distribuyan entre los lectores. Sin embargo, cada lector podría interpretar la historia del libro de una forma ligeramente diferente, con sus diferentes emociones y proyecciones que pueden ir cambiando a medida que se desarrollan los capítulos. De una forma muy similar, la epigenética permitiría diferentes interpretaciones de un molde fijo (el libro o código genético) y resultaría en diferentes lecturas, dependiendo de las condiciones variables en las que se interprete el molde.”
Thomas Jenuwein (Viena, Austria)
Además, la epigenética va más allá, estos factores ambientales a los que nos exponemos voluntaria o involuntariamente no sólo pueden afectarnos a nosotros mismos sino también a nuestros descendientes (hijos, nietos…). Los expertos en epigenética creen que las condiciones ambientales y las experiencias de vida de padres, abuelos e incluso bisabuelos pueden, de alguna manera, activar o desactivar “interruptores de encendido/apagado” en los genes de óvulos y espermatozoides, o en los genes de fetos en desarrollo y, por ello, modificar el código genético de sus hijos y descendientes. De este modo, pueden aparecer nuevos rasgos genéticos en una sola generación, la cual puede transmitirse a hijos, nietos y demás.
Para poner un ejemplo y que se entienda mejor, hay evidencias científicas que hablan de que fumar y comer en exceso, pueden afectar los genes. Este comportamiento ayuda a activar los genes que causan la obesidad y desactivando los que promueven la longevidad. Esto significa que además de dañarnos a nosotros mismos por comer en exceso o fumar, estamos predisponiendo a nuestros hijos e incluso a sus futuros descendientes a sufrir enfermedades o muerte prematura.
“Según la genética tradicional, los cambios más importantes en la estructura del genoma humano solo se producen a lo largo de varias generaciones o incluso tras miles de años. Pero, el concepto de epigenética va más allá y desvela información que explica cómo estos cambios pueden producirse más rápido”
De toda esta explicación, supongo que ya vosotros sacáis una aplastante conclusión, los genes no nos condenan, no nos predestinan, sino es el ambiente el que nos determina en un más alto porcentaje, el que hace que ese gen se acabe expresando o no, este conocimiento nos da una herramienta superpotente a la hora de autogestionar nuestra salud, ¿no creéis?
Ahí os dejo… cada uno con su reflexión, ¡que esto da para mucho!. Comentarios y reflexiones son bienvenidas y si te ha gustado ¡comparte!
Si te has quedado con ganas de saber más acerca de la epigenética, te recomiendo este vídeo documental titulado Somos lo que Comemos (Epigenética y Genes).
Artículo escrito por Marga Díaz
Área de Psiconeiroinmunología | TERAPEUTICS | Espacio de Salud Integral